derechos de autor © 2023
por
Jim Kerwin
texto traducido por
Pastores Fermín y Lilian Chávez
con
Inés María González Valdés
Preparando el Escenario
Mientras escribo estas palabras, no está lejos el centenario del Avivamiento de la Calle Azusa. Considerando el derramamiento del Espíritu Santo que cambió al mundo en 1906, muchos académicos y escritores, maestros y predicadores estarán pensando “¡Lo que Dios ha hecho!” El mover de Dios en aquella humilde iglesia convertida en almacén, convertida en establo, convertida en misión en la Calle Azusa 321 en Los Ángeles, puso en marcha una imparable ola de crecimiento de los pentecostales y carismáticos que en el año 2000 (94 años después de la Calle Azusa) sumaban casi 524 millones en todo el mundo.1
Tan cierto como el hecho de que somos humanos, hay algo acerca del centenario de este acontecimiento que nos hará querer experimentar una “Calle Azusa” para nuestra generación. Vamos a orar y estudiar, y a considerar, y enseñar y escribir, y ayunar, y a buscar el rostro de Dios. A medida que lo hacemos, es importante no pasar por alto la historia de una doctrina particular. Como una sierva fiel del Señor, la bendición de esta gloriosa verdad preparó los corazones de los creyentes para la venida del Espíritu Santo en la Calle Azusa. Sin embargo, esta verdad, sorprende decirlo, pero apenas se conoce entre los pentecostales, porque la doctrina se convirtió en un campo de batalla; la bendición fue rechazada — la sierva expulsada. Si no recuperamos esta verdad y su bendición de preparar el corazón, pensando seriamente en sus implicaciones para nuestros días, bien podríamos perder la Calle Azusa de nuestra generación. Debemos buscar a la sierva e invitarla a que regrese. Su nombre es Entera Santificación.
Vamos a considerar la historia de cómo se perdió la verdad y la sierva fue expulsada. En esta historia del todo-muy-cierta, yo prometo hombres de Dios más grandes que la vida (y con defectos), una preciada doctrina, violentamente derrocada, animosidad escandalosa entre los hermanos cristianos, y un polémico desafío de oración en lo que podría ser descrito como un juego de ruleta rusa espiritual. (¡La oración ascendió a una profecía de muerte — la cual parece haber sido cumplida!) Ah, y para terminar la historia con un extraño giro, esta se convertirá en eso una vez que muera el promulgador de la doctrina de reemplazo, sus seguidores pronto van a cambiar su doctrina en algo que él no habría reconocido, desterrando a la sierva. Permítanme presentarles brevemente a los personajes principales en el orden de su aparición en el escenario de la historia Pentecostal:
CHARLES F. PARHAM: Este hombre es reconocido por la mayoría como la punta de lanza del derramamiento pentecostal moderno. Justo después de que el reloj marcó la medianoche, anunciando el primer día del nuevo siglo (1 de enero de 1901), Parham y sus estudiantes en la Escuela Bíblica Topeka, estaban orando en una vigilia. En las semanas previas a este servicio, ellos habían estado estudiando el libro de los Hechos y habían llegado a la conclusión de que el común denominador cada vez que el Espíritu Santo venía sobre la gente era el don de hablar en lenguas. Uno de los estudiantes en esta vigilia sintió fe para que oraran para recibir el bautismo del Espíritu Santo y este don de lenguas. Parham y los estudiantes oraron, y “el fuego” cayó. En los días y semanas siguientes, Parham y sus otros alumnos recibieron “su bautismo” y el don de lenguas. Más tarde, la Escuela Bíblica de Parham emigró a Texas, donde sería inscrito (y por poco no se hace) su graduado más famoso, un hombre con el nombre de…
WILLIAM J. SEYMOUR: Seymour es, sin duda, el único nombre más reconocido asociado con el inicio del derramamiento del Espíritu Santo del siglo 20. Este hijo de esclavos creció para ser un predicador con un enorme deseo por “más de Dios.” Llegando a la conclusión de que la enseñanza de Parham sobre el Bautismo en el Espíritu Santo y el hablar en lenguas en realidad era bíblica, Seymour solicitó su admisión en la Escuela Bíblica Parham en Texas. Ya sea por los propios prejuicios personales de Parham (posible) o la ley vigente de Jim Crow2 en el Sur de Estados Unidos, Seymour, un hombre negro, fue admitido en la escuela con la condición de que tenía que escuchar las conferencias sentado fuera de las aulas, para no mezclarse con los estudiantes blancos. A pesar de que no recibió inmediatamente la experiencia de hablar en lenguas, Seymour estaba totalmente de acuerdo con la enseñanza de Parham sobre el Bautismo en el Espíritu Santo, incluso los dos hombres predicaron juntos en algunas iglesias de negros.
Llamado en 1906 para predicar en una serie de reuniones en Los Ángeles, Seymour llegó y enseñó su nueva doctrina — solamente para que fuera rechazado. Bloqueado por la iglesia que lo había invitado, a Seymour le ofrecieron refugio en la casa de una amable pareja cristiana en la calle Bonnie Brae. Seymour compartió, oró, ayunó, adoró y buscó a Dios con esta familia y algunos otros. Pocos días después, primero uno, luego otro buscador, y finalmente el mismo Seymour recibieron el bautismo en el Espíritu Santo con “la evidencia de hablar en lenguas.” Pronto la casa era demasiado pequeña para albergar a todos los que vinieron a buscar a Dios y a “recibir su Pentecostés.” Las reuniones fueron trasladadas a las instalaciones humildes en la Calle Azusa a donde fueron dirigidos (en caso de que “dirigidos” sea el verbo adecuado para referirse a las reuniones soberanamente dirigidas por Dios) por este humilde hombre de Dios. El trabajo atrajo cristianos hambrientos espiritualmente de todo el mundo, y desde la Calle Azusa, se corrió la voz a través de las naciones a medida que la gente regresó a su lugar de origen y que los hombres y mujeres de esta Iglesia Madre de Pentecostés fueron enviados.3
Casi tan sorprendente (para esa época) como las manifestaciones poderosas del Espíritu Santo en estas reuniones (las que pasaron de día y de noche por años), fue la mezcla de raza y sexo en el equipo de obreros del altar que atendía a los pecadores, suplicantes, y buscadores en cada reunión. En estas reuniones un día en febrero de 1907 llegó un pastor evangelista de Chicago de nombre…
WILLIAM H. DURHAM: No voy a decir mucho aquí, ya que hablaremos de él cuando empecemos nuestra historia. En el momento que se abre nuestra historia, Durham, un ex Bautista estaba pastoreando la Misión North Avenue en Chicago. Los obreros de la Calle Azusa llegaron a su área predicando el bautismo en el Espíritu Santo con la “evidencia de hablar en lenguas”. Una vez que Durham aceptó la verdad de la enseñanza, buscó diligentemente el bautismo, pero no lo recibió, por lo que decidió hacer una peregrinación a Los Ángeles para ver el trabajo por sí mismo y recibir el don de poder desde lo alto. Lo que vino de aquella visita se desarrollará en breve.
Tengo la tentación de presentar a LA PRECIADA DOCTRINA como otro personaje, la sierva llamada La Entera Santificación, sobre quien lucharon estos hombres. Personaje o no, la enseñanza aún debe ser personificada, ya que su lugar en la historia es fundamental. Santificación es la palabra usada para describir el proceso por el cual Dios hace santos a los hombres y mujeres cristianos; es decir, como Dios mismo. La historia y los antecedentes de esta doctrina y su desarrollo debe dejarse para un escrito futuro, pero puedo decir que la enseñanza de la entera santificación fue cristalizada en los ministerios de Juan y Carlos Wesley en el siglo 18, y desarrollada por su generación espiritual (que incluye a la Iglesia Metodista a través de su primer siglo, y muchos derivados de esa denominación, incluyendo al Ejército de Salvación, el Movimiento de Santidad Americano en el siglo 19, la Iglesia del Nazareno, la Iglesia de Dios, la Iglesia de Dios en Cristo, la Iglesia de Santidad Pentecostal, y otras denominaciones muy numerosas como para mencionarlas). Permítanme darles un panorama general de la enseñanza de la entera santificación:
- Dios es santo y manda a su pueblo que sea santo, con lo cual Él quiere decir que hemos de ser apartados solo para él, y ser hechos puros de corazón y libres del pecado.
- Dios, en su gracia y poder, provee los medios para que nosotros obedezcamos este mandamiento a la santidad, y los medios son tan exhaustivos que incluso destruye o erradica la naturaleza innata del pecado (el “viejo hombre”, la “naturaleza carnal”). Aquí es donde la doctrina adquiere su nombre de “entera”, ya que el pecado es tratado desde la raíz. Una forma teológica simple para este punto de vista es el término erradicación.
- Mientras que el estar libre de la naturaleza del pecado es importante, de ninguna manera implica “madurez instantánea” o espiritualidad elevada. Deja al creyente por primera vez en su vida con la capacidad para no pecar (no debe confundirse con la incapacidad para pecar).
- El aspecto más importante de la entera santificación es que la pasión dominante del corazón es el amor de Dios. El “Primero y Grande Mandamiento” toma otro aspecto por completo, el de la Gran Promesa Cumplida — Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón.
- Las Escrituras describen la santificación de ambas formas como un proceso y un evento. Es decir, los cristianos por la gracia y la obediencia van a crecer en santidad, pero hay un momento en que el alma se encuentra con Dios y lucha con este asunto de la pureza interior. Esto se conoce como una experiencia de crisis, es decir, una coyuntura crítica en la vida espiritual cuando el Espíritu Santo, deseoso de llevar al creyente a algo más profundo y más alto en el camino con Cristo, convence al creyente de la necesidad de la pureza interior. Cuando Dios concede esa pureza, la hora y el lugar son tan reconocibles y recordables como la propia experiencia de salvación. De ahí que la palabra instantánea fue asociada con la experiencia, pues aunque hubo un proceso de santificación previo, y un proceso continuo después del evento, hubo un “instante” cuando Dios el Espíritu Santo hizo el corazón puro y libre de pecado.
- Debido a que esta experiencia de crisis casi siempre es subsecuente a la salvación del creyente, este ganó sobrenombres adicionales, incluyendo “la segunda bendición”, “la segunda obra de gracia,” e incluso “la crisis de santificación.”
La filtración de esta doctrina fue la única contribución de los Wesley y el Metodismo temprano a la Iglesia. Con su mensaje muy personal, echó raíces y floreció en la escabrosa e individualista Norte América post-guerra revolucionaria, y se dirigió hacia el oeste en la frontera en los corazones de los predicadores metodistas del famoso e infatigable circuito a caballo. Junto con la salvación predicada desde los púlpitos rústicos, en cobertizos, y en las reuniones de campo, la santificación fue el mensaje que le siguió — libertad del pecado inherente. Así que la enseñanza de la entera santificación se convirtió en una parte muy importante del paisaje espiritual de Norte América.
Dos cambios en el énfasis
La enseñanza de la entera santificación evolucionó con el tiempo en dos maneras muy importantes:
- Un cambio fue comprensible, pero lamentable. La mayoría de los movimientos espirituales parecen perder su poder, distintivos e incluso sus amarras, después de una o dos generaciones. Esto parece ocurrir a cualquier movimiento de Dios que los hombres tocan y tratan de institucionalizar. El metodismo y su doctrina distintiva de la santificación no fueron una excepción. Para mediados de 1800, fue creciendo la alarma sobre la frialdad en el movimiento de ambos lados del Atlántico. Cuando parecía que la reforma dentro de la Iglesia Metodista estaba fallando, muchos de los que deseaban mantenerse fieles a la verdad de la pureza del corazón dejaron la Iglesia Metodista y formaron asociaciones de santidad y nuevas iglesias y denominaciones. Pero en subsiguientes décadas de defensa apasionada de sus distintivos doctrinales, algunos predicadores celosos en exceso, exageraron su caso, haciendo de una experiencia de crisis de la santificación algo muy necesario para la salvación. El “remanente” de pecado de Juan Wesley (con el cual se suponía tenía que lidiar la experiencia de la crisis de la santificación) en un creyente se había magnificado en “pecado suficiente para condenar a una nación entera.”4 Lo que para Wesley era una opción entre una “manera superior” y “una manera inferior” de vida cristiana vino a ser una demanda legalista. Una cosa es luchar por la verdad; otra muy distinta retorcerla.5
- La otra evolución de la doctrina fue buena — en su mayoría. Como el tema de la entera santificación se estudió a partir de la Escritura y se experimentó en los corazones de la gente, los creyentes tuvieron más respeto por el papel del Espíritu Santo desempeñado en ministrar la santificación al corazón. Como resultado, la terminología descriptiva de la experiencia de la santificación vino a ser cada vez más y más equiparada con el Bautismo en el Espíritu Santo. Esto provocó que se hiciera un estudio más cuidadoso al Libro de los Hechos y a las manifestaciones del Espíritu Santo incluidas ahí, aumentando en los corazones de los santificados el anhelo por una verdadera y completa experiencia Pentecostal según Hechos 2.
La desventaja de este desarrollo lingüístico fue que, habiendo sido enseñados que “su experiencia de la santificación era el “bautismo en el Espíritu Santo”, muchos creyentes a finales del siglo 19 no tenían ningún “espacio teológico” para una plena experiencia con el Espíritu Santo como Hechos 2. Algunos, al principio no podían ver cómo el “nuevo” Bautismo en el Espíritu Santo podría ser el bautismo en el Espíritu Santo (ya que no coincidía con su entendimiento de la experiencia de la santificación estilizada como el Bautismo en el Espíritu Santo). Hombres como Seymour y Parham se dieron cuenta que tenían que ajustar su comprensión teológica. Otros, que por décadas habían contendido por la verdad de la santificación, no podían ver claro el camino para abandonar su propia terminología de “bautismo”, y por eso rechazaron el nuevo derramamiento como “falsa doctrina”.
Para aquellos hombres de santidad como Parham y Seymour, quienes podrían dar el salto, la experiencia de la santificación tenía que integrarse teológicamente con la nueva obra de Dios. La entera santificación, como ellos la entendieron, siempre había sido “una segunda obra” o segundo paso. El Bautismo en el Espíritu Santo era ahora un tercer paso. Para ellos era perfectamente lógico que el ordo salutis de Dios (es decir, Su orden o pasos de salvación) era:
- Salvación y regeneración, seguidas por el bautismo en agua;
- una experiencia de crisis de santificación, en la cual el creyente recibió un corazón puro, libre del pecado inherente, haciendo del creyente un recipiente limpio, listo para ser llenado con…
- el Espíritu Santo y poder, con lenguas y otros carismas que se manifiestan.
A partir de este conocimiento de tres etapas de los procesos de Dios en el corazón del creyente vino el muy familiar, muy repetido testimonio, “¡Bendigan a Dios, soy salvo, santificado, y lleno con el Espíritu Santo!”
Los documentos de la Calle Azusa
y la Santificación
Así como sucedió, “la gente de santidad de la entera santificación” eran aquellos sobre quienes cayó primero el Espíritu en los primeros años del siglo 20, y aquellos a través de quienes fue difundido el mensaje y la bendición. Al igual que las mujeres en la tumba de Jesús, ellos fueron los primeros en dar testimonio de esta maravillosa y poderosa obra de Dios de los últimos tiempos. ¿Cómo es entonces, que ahora en los círculos pentecostales/carismáticos la mayoría de nosotros no escuchamos nada acerca de la bendición de la entera santificación? ¿Cómo es que hay tan poca enseñanza clara acerca de la necesidad, el poder y la capacidad de ser santos? ¿Por qué es que no recibimos instrucción sobre el deseo y el poder de Dios de hacernos santificados real y prácticamente, para darnos corazones que sean puros y libres del pecado inherente? ¡Esta es una parte de nuestro fundamento y herencia Pentecostal! ¿Estará Dios dispuesto y será capaz de repetir y superar el evento de la Calle Azusa en nuestra generación, a menos que, también, tengamos corazones puros y limpios esperando un fresco derramamiento del Espíritu Santo?
Esto es como un abre-ojos para leer un intrigante tipo de libro titulado Los documentos de la Calle Azusa. Este contiene reimpresiones tamaño tabloide, reproducidas fotográficamente, altamente legibles de La Fe Apostólica, la publicación de la Misión Evangélica de la Fe Apostólica (también conocida como la Misión de la Calle Azusa) para el período de septiembre de 1906 a mayo de 1908.6 Esta ofrece la oportunidad de leer las palabras escritas por personas que estaban viviendo en medio del más poderoso derramamiento del Espíritu Santo desde el Pentecostés en Jerusalén. Es nuestra herencia, y — especialmente si anhelamos un nuevo derramamiento del Espíritu de Dios en estos días — tenemos que saber lo que Dios hizo en esa humilde bodega en Los Ángeles hace cien años. Incluso estas nueve décadas después, la maravilla, la urgencia, y el dinamismo de estas exhortaciones y reportes me conmovieron profundamente cada vez que me sumergí en el libro.
Aunque “el bautismo del Espíritu Santo” y “hablar en lenguas” será probablemente el tema central de los lectores más ávidos de Los Documentos de la Calle Azusa, los reto a que hagan algo especial mientras leen. Que busquen todos los lugares donde se menciona la santificación. Puede ser en una enseñanza, o una declaración de fe, o en un testimonio, o en informes de lo que ocurrió en diversas reuniones o en alcances distantes. (Aquellos con un corazón misionero probablemente quedarán asombrados por los informes del extranjero — África, China, India, Escandinavia, por mencionar algunas naciones.) ¡Si mis lectores subrayan cada mención de la santificación, descubrirán lo que hice — tendrán marcadas todas las páginas de cada publicación existente de La Fe Apostólica! La experiencia de recibir de Dios un corazón puro, como una segunda obra definitiva de gracia en el creyente fue una experiencia casi universal para las decenas de miles de personas tocadas por el mover de Dios en la Calle Azusa.
Aquellos primeros santos pentecostales tenían una certeza divina en sus corazones, basada en la clara enseñanza de la Escritura y en su experiencia personal con el Dios Santo de la limpieza del corazón, que el Espíritu Santo deseaba llenar los vasos limpios, es decir, los corazones purificados por la fe. Al presentar la declaración doctrinal de la iglesia y del movimiento, la primera edición de La Fe Apostólica, y luego de hacer su declaración acerca de la justificación, decía:
Segunda obra.—La santificación es la segunda obra de gracia y la última obra de gracia. La santificación es ese acto gratis de la gracia de Dios por la cual Él nos hace santos. Juan 17:15, 17 — “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.” 1 Tesalonicenses 4:3; 5:23; Hebreos 13:12; 2:11; 12:14.
Santificación es limpiar para hacer santo… El Bautismo con el Espíritu Santo es un don de poder sobre la vida santificada…7
Solamente así no puede haber error acerca de lo que se está declarando, en la misma página, en la columna siguiente, hay un artículo firmado8 por William J. Seymour titulado “La Preciosa expiación.” Después de la primera declaración de que hay perdón en la expiación, el pastor de la Calle Azusa continúa para declarar que:
Nosotros recibimos la santificación por medio de la sangre de Jesús. ‘Por lo cual también Jesús que puede santificar a la gente con su propia sangre, padeció fuera de la puerta.’9 Santificados de todo pecado original, venimos a ser hijos de Dios. ‘Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos,’ Hebreos 2:11. (Parece que Jesús se avergonzaría de llamarlos hermanos, si no fueran santificados). Entonces ustedes no se avergonzarán de decirles a los hombres y a los demonios que ustedes son santificados, y están viviendo una vida pura y santa, libre de pecado, una vida que le da poder sobre el mundo, la carne y el diablo. Al diablo no le gusta esa clase de testimonio. A través de esta preciosa expiación, tenemos libertad de todo pecado, y a pesar de que estamos viviendo en este mundo viejo, se nos permite sentarnos en los lugares celestiales en Cristo Jesús….
Nosotros que somos mensajeros de esta preciosa expiación debemos predicarlo todo, justificación, santificación, sanidad, el bautismo con el Espíritu Santo, y las señales que le siguen. “¿Cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande?”10 Dios está confirmando ahora su palabra al conceder señales y prodigios, que siguen la predicación del evangelio completo en Los Ángeles.11 [El énfasis es mío.]
Aparece aún más enseñanza sobre la santificación en la misma página, y aparece mucho más en dos columnas más en la página siguiente de la misma edición. Y esa es solo la primera edición de La Fe Apostólica. Podría citar muchos otros ejemplos en las otras ediciones existentes.
¿Entonces qué cambió?
Así que si esta segunda bendición, la santificación, fue el patrón de enseñanza de la Calle Azusa y de todas las obras-hijas alrededor del mundo, ¿Cómo es que en un plazo de seis años la gran mayoría del movimiento había tirado por la borda la enseñanza de la santificación de dos siglos en favor de algo más? (Vamos a llegar a ese “algo más” en breve). En parte, el cambio resultó del hecho de que vinieron más y más buscadores de trasfondos que no eran de santidad, creyentes con poca comprensión de la importancia (y matices) de la santificación wesleyana. Pero estos, e incluso un buen número de “gente de santidad”, fueron ganados muy lejos por un agente de cambio más influyente, un hombre llamado William H. Durham (1873-1912).
Como mencioné anteriormente, Durham era un predicador poderosamente carismático (¡aquí utilizado en un sentido no teológico!) del área de Chicago, quien, al enterarse del gran derramamiento en Los Ángeles, se dirigió al humilde almacén de la Calle Azusa para recibir su bautismo en el Espíritu Santo. Finalmente, “oró en el Espíritu” el 2 de marzo de 1907. Es irónico (como veremos) que el testimonio de Durham aparece en la edición de febrero-marzo de 1907 de la publicación de La Fe Apostólica, en un artículo titulado “Un Evangelista Pentecostés de Chicago.” Al replantear su autobiografía espiritual, ya que él dirige un relato de su encuentro en la Calle Azusa, Durham dice,
Más tarde [es decir, después de su salvación] yo vi y capté por fe, la verdad de la santificación y el Espíritu testificó a mi corazón que la obra estaba hecha, y el Espíritu Santo maravillosamente se fundió en mi vida.12
El se está refiriendo, por supuesto a la doctrina de la entera santificación que hemos introducido anteriormente. Termina su carta con un testimonio poderoso para recibir el Espíritu Santo en la Calle Azusa.
El nombre de Durham también aparece en un mini informe de 10 líneas acerca de la obra pentecostal en Chicago en la página uno de la edición de enero 1908 de La Fe Apostólica [The Apostolic Faith]. En este breve informe hay lo que parece ser una frase escritural completamente inocua, que le hubiera agradado a cualquier lector de la publicación fuera evangélico o pentecostal y hubiera suscitado muchos “Amenes”: “Nos hemos mantenido por el simple Evangelio desde el primer momento, predicando solo a Jesucristo y a Él crucificado.”13 Nada levantó una bandera roja en aquel entonces, ni siquiera para Jennie Moore, cuya cuenta de testigo ocular del ministerio en Chicago sigue en el siguiente párrafo de la misma edición. (Jennie, una de las primeras personas que recibieron el bautismo del Espíritu Santo en Los Ángeles, había venido a ser un “jugador de la primera cadena” en el equipo ministerial de la Calle Azusa, y se convertiría en la esposa de William J. Seymour en menos de cuatro meses.)
Sin embargo, aquella frase “predicar solo a Cristo Jesús” pudo haber sido un lapsus freudiano por parte de Durham. El pastor Thomas George Farkas, en su tesis doctoral sobre la vida y el ministerio de Durham, dice:
Inmediatamente después del Bautismo Pentecostal de Durham en la Calle Azusa en febrero de 1907,14 dejó de predicar la doctrina de la crisis de la santificación: “Desde el día en que el Espíritu Santo cayó sobre mí y me llenó nunca pude predicar de nuevo sobre la segunda teoría de la obra.” El todavía lo mantuvo en teoría, pero no podía proclamarla públicamente por más tiempo.15
De hecho, Durham no solo ya no predicó sobre la santificación como una segunda obra, él estuvo formulando una visión nueva y distintiva de la santificación. Y mientras él estaba formulando su doctrina, estaba muy ocupado y fue muy exitoso. En los dos años entre su informe de 1908 en La Fe Apostólica y 1910, Durham formó su propia asociación ministerial para que pudiera proporcionar credenciales ministeriales de su iglesia en Chicago. Sus reuniones tenían tan buena asistencia que su Misión Avenida Norte llegó a ser conocida como la “Calle Azusa del Medio Oeste.” Y él casi se convirtió en el líder de facto del movimiento pentecostal cuando la desgracia golpeó a otros dos líderes. Primero, el ministerio de Charles Parham fue sacudido por un escándalo público. Entonces, uno de los obreros de más confianza de William Seymour, de la Calle Azusa, editor del ministerio, se fue con las listas de correo nacional e internacional para la publicación de La Fe Apostólica, estableció su propia publicación (¡con el envío de la lista y todavía llamándolo La Fe Apostólica!) en Portland, Oregon.16 Sin las listas de correo, Seymour — no autorizó más copias del órgano de la Calle Azusa, y sin la continua difusión de las noticias sobre la obra, la asistencia mermó y el famoso trabajo de los Ángeles entró en decadencia.
Con las estrellas de Parham y Seymour atenuándose de repente, el popular predicador y prodigio del púlpito de Chicago se convirtió en la estrella más brillante en el firmamento Pentecostal. Como su influencia y reputación crecieron, se preparó para su gran declaración. Viendo su oportunidad en una conferencia pentecostal en mayo de 1910, públicamente proclamó su nuevo punto de vista de la santificación en un mensaje titulado “La Obra Terminada del Calvario.” La bomba fue lanzada, creando un escándalo y una tormenta de fuego que eventualmente resultó en la primera división doctrinal en el Movimiento Pentecostal naciente.
La enseñanza de Durham, que rápidamente se ganó el nombre de “La Obra Terminada,” se puede resumir de esta manera:
- Alegó que no hay base bíblica para una experiencia de “dos etapas” (es decir, la justificación y la regeneración, seguida por una experiencia separada de la santificación) que conduzca al bautismo del Espíritu. Todo — el perdón, la salvación, el nuevo nacimiento, y la santificación — viene a los cristianos en la expiación, la única “obra terminada” de Cristo.
- En esa obra consumada, el “viejo hombre” fue crucificado, y el pecado fue erradicado del corazón del creyente. (Este es un punto importante al que volveremos más adelante.) En otras palabras, la santificación fue inmediata y contemporánea con la regeneración. El cristiano recibió todo al mismo tiempo.
- Avanzando desde la regeneración, luego la santificación fue progresiva, es decir, el creyente crecería en la gracia, la madurez, y el fruto del Espíritu.
- Solamente el bautismo del Espíritu Santo (como los pentecostales entendieron la frase) vino como una experiencia posterior.
Parece absurdo encarar esto que Durham pudiera y expresara sorpresa sobre el furor que causó su enseñanza, y aún más que afirmara en la prensa:
Nunca pensé que esta bendita enseñanza podría causar una división entre el verdadero pueblo de Dios. Nunca se me ocurrió que esta podría ser una prueba de compañerismo, de una manera o de otra. Yo simplemente vi que era una de las verdades más gloriosas que Dios… había revelado al hombre… y lo proclamé sin considerar cuáles serían las consecuencias.17
Esto ciertamente parece ir en contra de otras cosas que él escribió, entre ellas las siguientes:
Cuando la verdad de la “Obra Terminada de Cristo” sonó por primera vez a través del TESTIMONIO PENTECOSTAL,18 un gran número vio que esto causaría un gran conflicto. Ninguno lo vio más claro que el editor quien escribió los artículos sobre el tema. ¿Cómo podría ser de otra manera?19
Como Durham esparció la voz a través del Testimonio Pentecostal, el alboroto inicial de 1910 y la belicosidad creció hasta convertirse en batalla en 1911. De hecho, Durham se refirió a la fuerte controversia como “La Batalla de Mil Novecientos Once.” Sus ataques a la santidad wesleyana fueron “tercos y agresivos”,20 y sus escritos trajeron “vituperio”,21 duramente lo que uno no podría esperar de un hombre cuyo corazón fue santificados y lleno del amor de Dios, ¡a cualquier hora y en cualquier orden que se supone que ocurre la santificación! (Para ser justos, muchas respuestas, de algunos de sus detractores y oponentes de la segunda bendición, también eran menos santificados.) En 1911 se puso en marcha, predicando su doctrina en los avivamientos y campañas.
Durham visitó Los Ángeles en la primavera de 1911. Se había alejado de las reuniones que se habían previsto por él en la Misión Aposento Alto, ya que el pastor de ese grupo se enteró que Durham intentaba enseñar la doctrina de La Obra Terminada, y se negó a recibirlo. William Seymour, sin embargo, estaba predicando lejos en el este, así que Durham regresó a la congregación de la Calle Azusa (en ese momento un grupo muy pequeño) y la gente de ahí le dio la bienvenida. Utilizando el púlpito de Seymour, noche tras noche, Durham arremetía contra la crisis de la santificación, una doctrina querida para el corazón de Seymour. Aunque las reuniones fueron muy concurridas y exitosas, la “nueva doctrina” turbó a los ancianos de Seymour, y convocaron a Seymour a Los Ángeles para tratar con la crisis. A su regreso, Seymour le pidió a Durham que dejara de predicar la doctrina de La Obra Terminada en la Calle Azusa.
Es justamente aquí que el descaro de Durham (algunos dirían la arrogancia) parecía alcanzar nuevas alturas: Durham intentó detener a Seymour, el hombre bajo cuyo ministerio èl había recibido el Bautismo en el Espíritu Santo, ¡predicando desde su propio púlpito! Voy a dejar que el investigador Pentecostal Larry Martin cuente esta parte de la historia a su manera:
En lugar de someterse al pastor de la asamblea local, Durham se paró frente a la congregación el domingo en la mañana y pidió a la gente que votara si querían que él continuara el trabajo o se lo devolvían a Seymour. Durham dijo solo “diez o menos” votaron por Seymour. Cómo podría Durham haber participado de este inmoral y egoísta coup d’ètat espiritual, es inimaginable.22
La sensación de que él no tenía otro recurso ante tal conducta impropia y desagradecida y (yo casi digo descarada usurpación), Seymour cerró con candado las puertas de la Misión de la Calle Azusa el 2 mayo.23 El giro de Durham sobre la acción de Seymour es una revelación:
…mientras nosotros estábamos predicando, orando y buscando a Dios en la Misión, Seymour había estado maquinando y planeando cómo tomaría posesión del edificio…24
Martin reflexiona sobre la ironía de la interpretación de Durham de este cierre:
Qué pena que Seymour fuera acusado de “maquinación” para recuperar el control de su propio púlpito después de que su autoridad pastoral había sido usurpada por un viejo amigo.25
Durham incluso logró arrastrar a la raza en el tema:
Cuando llegamos a la Misión el martes, encontramos que Seymour había influido en algunos de los oficiales de la Misión, hombres de su mismo color, para estar con él, y que había cerrado y atornillado la puerta.26 [El énfasis es mío.].
Durham alquiló un espacio en otro lugar en Los Ángeles y, tomando a muchos miembros de la Calle Azusa, e incluso a algunos líderes con él, continuó sus reuniones en la ciudad. Las reuniones fueron bien concurridas y se reportó mucha bendición. Durham en realidad trasladó la sede de su ministerio desde Chicago a Los Ángeles durante este periodo.27
Sin embargo, Durham no parecía estar contento de dejar lesiones sin acompañarlo de un insulto, por lo que en su Testimonio Pentecostal reprendió a Seymour y su ministerio:
…Dios me había mostrado la verdad sobre él. A él no le importa en lo más mínimo la obra del Señor… el poder de Dios lo había abandonado por completo… ya no era digno de la confianza y el respeto de los santos… yo he sido el último de todos los hermanos…en abandonarlo, y haber encontrado siempre una excusa para sus fracasos y errores… Las circunstancias me han obligado a esta tarea tan desagradable.28
En otras palabras, Durham estaba diciendo a su gran número de lectores que Seymour era un fracasado espiritual y ministerialmente. El mismo William Seymour de donde Durham había surgido hacía tan solo cuatro años:
Ahora solo una palabra acerca del hermano Seymour, quien es el líder del movimiento bajo la cobertura de Dios: Él es el hombre más humilde que he conocido. Camina y habla con Dios. Su poder está en su debilidad. Él parece ser tan simple de corazón como un niño pequeño, y al mismo tiempo, está tan lleno de Dios que usted siente el amor y el poder cada vez que se acerca a él.29
Incluso algunos de los más firmes partidarios de Durham descubrieron que el curso de sus diatribas anti-segunda- bendición les incomodó. Frank Bartleman, un evangelista itinerante el más recordado por nosotros hoy como el cronista del Avivamiento de la Calle Azusa, descubrió que él había llegado a su límite, aunque todavía admiraba el ministerio público de Durham y los resultados.
Finalmente salí de la plataforma [de Durham], no queriendo presentarme por un espíritu de venganza. Sentí que debía tener clara la lucha carnal y la controversia…. Su palabra vendría a ser casi ley en las misiones pentecostales, incluso tan lejos como en la costa atlántica. Demasiado poder es peligroso para un solo hombre. El documento que él instituyó en relación con su trabajo30 comenzó a tomar la naturaleza de la controversia carnal, peleando la antigua teoría de “la segunda obra de gracia”. El Señor me mostró que este espíritu estaba a punto de terminar.31
¿Un Juego Profético
de “Ruleta Rusa” Espiritual?
Aparentemente, el Señor le estaba mostrando lo mismo a la gente en el campo de la oposición. El rencor se intensificó hasta el punto donde el veterano Pentecostal Charles Parham (que nunca vaciló de su firme apoyo a la santificación wesleyana) pesó en la contienda a principios de enero de 1912. El oró una notable oración precipitada y profética (como se vio después).
“Si la doctrina de este hombre es verdad, dejen que mi vida lo pruebe; pero si nuestra enseñanza sobre la gracia de la santificación definitiva es cierta, que su vida pague la multa.”32
En la edición de junio de 1912 de su revista (también llamaba La Fe Apostólica), Parham declaró:
Durham, de Chicago, está ahora montando a ciegas su caída. Quiero decir, como mensajero de Dios, y el predicador principal del Movimiento, que todos los hombres que buscan liderazgo en esta obra y asumen el poder que solo pertenece al Mensajero del Pacto — el Espíritu Santo, caerá…33
Amigo o enemigo, esto les debió haber tomado por sorpresa cuando Durham — en el mejor momento de su vida y antes de su cuadragésimo cumpleaños — murió repentinamente el 07 de julio de ese mismo año. James R. Goff, Jr., uno de los biógrafos de Parham, dice “Parham sintió que Dios había respondido adecuadamente su oración.”34 Los enemigos de Durham y sus enseñanzas sobre la “obra terminada” se pusieron serios, sin duda, pero contentos porque sentían que su causa y doctrina eran exoneradas y justificadas. Los partidarios de Durham, si dieron el tiempo de la muerte de Durham sin ningún pensamiento en absoluto, no admitieron ver nada inquietante en esto. Le dieron un servicio memorial con elogios brillantes y amplios tributos.
Por qué ganó Durham
Si los “perdedores” en esta gran disputa teológica hubieran escrito el epitafio de Durham, podría haber sonado como las palabras de Charles Parham (¡pero es de esperar que alguien hubiera sido más amable!):
El final diabólico y el propósito de su majestad satánica, en perpetuar el Durhanismo en el mundo, en repudiar la santificación como una obra definitiva de gracia, ha sido claramente revelado ahora. Al tratar de destruir la gracia de la santificación él está tratando de borrar la única gracia de Dios para hacernos vencedores, y así obstruir la preparación necesaria para la redención. Que todos los que han sido engañados así, se humillen y busquen la restauración de “a esta gracia en la cual estamos firmes” (Romanos 5:2), ya que no pueden recibir el verdadero Pentecostés en un vida no santificada.35
Pero en la teología, como en la guerra, los perdedores no tienen la última palabra y, ciertamente, ellos no escriben las historias. Los “ganadores”, los herederos espirituales de Durham — Asambleas de Dios, la Iglesia Cuadrangular y otras — todos siguen pagando tributo a Durham como el innovador espiritual y teológico, y padre de su sistema de creencias con respecto a la santificación. Una vez que ellos ganaron claramente el campo de batalla, vinieron a ser más magnánimos hacia sus hermanos de la segunda bendición, y la cuestión ahora parece reunir poco interés, excepto, quizás, entre los historiadores. Para la mayoría de los pentecostales, el ordo salutis de tres pasos está muerto, sustituido por el enfoque de Durham de dos pasos.
¿Por qué prevalecieron Durham y sus seguidores (que lo son en su gran mayoría)? Podemos aducir al menos tres razones:
- Durham tenía una personalidad fuerte y un ministerio público persuasivo. Todos los relatos de primera mano lo indican. Sus encuentros fueron emocionantes, su predicación era eléctrica, la gente sentía la presencia de Dios, los buscadores recibían el bautismo en el Espíritu Santo, y la gente sanaba. La sensación fue: “Si esta enseñanza no es correcta, ¿Por qué Dios está bendiciendo este ministerio?” Y era una pregunta muy razonable.36
- Con la difusión del Pentecostés, este abarcó a muchas más personas que no eran de la Santidad que a los de la tradición de Wesley. Como lo señala el erudito e historiador bíblico de la Asamblea de Dios, William H. Menzies:
Se empezó a manifestar un problema en las filas del temprano movimiento pentecostal cuando un gran número de personas comenzó a entrar al movimiento desde grupos que no conocían ni la doctrina de la santidad wesleyana ni la Keswickiana. La mayoría de ellos parece haber venido de los Bautistas. Los Bautistas generalmente sostenían un punto de vista reformado de la santificación, en el cual el gran énfasis era sobre el proceso, no la crisis.37
(Usted puede recordar que, antes de su temprana, inicial aceptación de la “segunda obra de gracia” de la santidad wesleyana, Durham, también había sido un bautista). Estos bautistas bautizados por el Espíritu Santo no tenían conocimiento de una necesidad de encontrar la manera de acomodar la segunda bendición de la santificación en su marco teológico, por lo que no tenían ningún problema en darle una muestra de aceptación a Durham. Parecía que el Espíritu Santo no veía ningún impedimento en su ignorancia de la doctrina — los bautizó y les dio el don de lenguas de todos modos.
- Durham tenía razón en parte. Todo lo referente a la salvación es parte de la obra terminada de Cristo. Los Pentecostales del trasfondo de santidad no podían apoyar desde la Escritura la ridiculez de la posición wesleyana que había evolucionado entre sus estridentes partidarios. Inadvertidamente, ellos crearon sus propias caricaturas de la posición wesleyana, y Durham los derribó. Eso no quiere decir que la experiencia de la santificación no puede ser un evento posterior, porque millones de personas han testificado durante siglos precisamente esa “segunda obra de gracia”. De hecho, Durham permite lo siguiente:
En cuanto a experiencias, podríamos decir que no dudamos que muchas personas entran en posesión consciente de la experiencia de la santificación después de la conversión; pero como a ellos en primer lugar no se les enseñó la verdad, ¿Enseñaremos a todos los demás que deben buscar la santificación como una segunda obra?38
Como se mencionó anteriormente, algunos no saben, en un primer momento, lo suficiente de la verdad para obtener el gozo que recibirían, ellos poseen un conocimiento de la verdad. Por lo tanto, con una nueva luz sobre lo que tienen en Cristo, viene una nueva bendición.39 [Cada énfasis es mío.]
Así que Durham nunca dice que las experiencias de la santificación, subsecuente no son válidas, sino que insiste en que no necesita experimentarlo de esa manera, es decir, que la experiencia retrasada no puede establecerse como una doctrina. Si él usara una terminología un poco más familiar para nosotros, diría que estos creyentes simplemente se apropiaron de lo que ya era suyo en Cristo.
¿Herederos de verdad?
Por extraño que parezca, el único tributo que los herederos espirituales de Durham no le pagan es creer en un elemento clave de su doctrina de la santificación, y ese elemento clave es la ¡erradicación! “Durham”, insiste Menzies, “rechazó de ellos el concepto wesleyano de erradicación como anti bíblico.”40 En el momento en que Myer Pearlman, ese teólogo muy capaz de las Asambleas de Dios de una generación anterior, escribió su teología clásica, él, como heredero espiritual de Durham, sentía que podría enlistar la “Erradicación del pecado ‘inherente’” bajo “Puntos de Vista Erróneos de la Santificación”.41
Sin embargo, ¡Durham afirmó todo lo contrario! Estoy en deuda con Farkas por señalar esto: “…la doctrina de la obra terminada, no fue transmitida fielmente después de la muerte de Durham.”42 Farkas argumenta que en un nivel, la santidad wesleyana puede ser dividida en dos elementos, la subsecuencia (es decir, el evento de la santificación sucede en algún punto del tiempo después de la regeneración) y la erradicación (con lo que se entiende que se quita la naturaleza de pecado). Farkas dice que la vehemencia de Durham era dirigida únicamente a la subsecuencia, no a la erradicación, o la liberación del pecado inherente.43 Ya hemos escuchado el estruendo de Durham contra la subsecuencia, reclamando que la santificación ocurre en la instancia de la regeneración — todo de una vez con el perdón, el nuevo nacimiento, y la justificación. Pero escuchen al mismo Durham sobre la erradicación, que es la libertad del pecado inherente:
¿…Un hombre que está en Cristo tiene algún pecado en él? No. No puede ser. No venimos a Cristo con el “viejo hombre” en nosotros.44
Cuando un hombre se convierte se hace puro y santo, y tiene en su corazón un amor realmente santo para Dios y el hombre.45
Creemos que la norma de Dios es la entera santificación, y que siendo este el caso ningún hombre puede ser justificado en una breve experiencia.46
El viejo hombre está lleno de pecado y el nuevo hombre es libre del pecado.47 [El énfasis es mío.]
En referencia a Romanos 6:6,48 Durham afirma,
…En otras palabras, nuestro “viejo hombre”, la naturaleza Adànica, fue crucificado con Cristo, que podría ser destruido o eliminado.49 [El énfasis es mío.]
Hablando de la “segunda obra de gracia” de la gente de santidad, Durham no duda de la veracidad de la obra interna que ellos afirman, porque él compartió la experiencia de un corazón puro con ellos:
…Muchas de estas queridas personas aman la verdad respecto a la santidad, y sin duda tenían corazones puros… enseñaban la verdadera santidad del corazón, y eso es lo que enseñan las Escrituras, y eso es lo que creemos.50
…Algunos de ellos… dirán… que el escritor [refiriéndose a sí mismo] ha regresado a la santificación. El escritor está totalmente consagrado a Dios en Cristo.51 [El énfasis es mío.]
Durham dijo claramente que su problema no era con la entera santificación — libertad del pecado que inherente — sino con la enseñanza de que se trataba de una segunda obra. Él mismo afirmó creer y caminar en la entera santificación como su experiencia personal.
Siempre he encontrado gran dificultad en armonizar la teoría definitiva de la segunda obra de gracia con la clara enseñanza en la Palabra. No tuve problema, sin embargo, en demostrar que la Biblia enseñó la entera santificación. A mí me parece que nadie puede creer en la Biblia e intentar negar que su nivel de enseñanza es la Santidad a Jehová. Pero la mente de algunos se ha vuelto tan sesgada por la teoría de la segunda obra, que usted les puede afirmar claramente que cree en la entera santificación y que la Biblia lo enseña como el único estándar de Dios y que por lo tanto nadie puede ser justificado excepto de esa forma, y mientras ellos todavía afirman su experiencia de la segunda obra, se irán y dirán que usted no cree en la santificación.52 [El énfasis es mío.]
Por lo tanto, hay una notable diferencia de fondo entre Durham y los que afirman ser sus descendientes espirituales. Durham creía en la entera santificación -la eliminación del pecado inherente- y ¡sus “herederos no”! Por otro lado, a pesar de que Durham vociferaba estar en desacuerdo con la “segunda obra de gracia” de sus oponentes sobre el momento de la entera santificación, él estaba de acuerdo con ellos sobre la sustancia de su enseñanza -un corazón puro, libre del pecado inherente.
¿Entonces qué sucedió, que aquellos que adoptaron la enseñanza de Durham no adoptaron este elemento clave? Probablemente, la respuesta breve es que Durham murió mientras la controversia todavía estaba ardiente; él fue cortado antes de que pudiera definir su doctrina con más detalle. Los seguidores de Durham,53 muchos con trasfondo Bautista, se dedicaron a la cruzada contra la subsecuencia y (careciendo de la exposición previa a la santidad wesleyana que Durham tenía en su trasfondo) aplicaron erróneamente el mismo celo a la erradicación. Para decirlo en forma regional, Durham quiso tirar lo que él consideraba que era “el agua de la bañera” de la subsecuencia, pero él amaba mucho al “bebé” de la erradicación; sus seguidores, mucho menos claros sobre la distinción a causa de su trasfondo Bautista (o tal vez con otras agendas ahora no conocidas), lanzaron al bebé con el agua de la bañera. Farkas parece favorecer la idea de que el sucesor designado de Durham, Frank Ewart, puede estar en el corazón de la reinterpretación de la enseñanza de Durham:
[Ewart] acreditó a Durham con “suplantar” la doctrina de la segunda obra enseñando la santificación como “un trabajo progresivo en el desarrollo de las gracias cristianas en el carácter del creyente,” y como “el progresivo abandono a la voluntad de Dios”, un punto de vista en el que Ewart afirmó que él mismo había enseñado como Bautista.54
Parece apropiado dejar que Farkas lleve nuestra polémica de la obra terminada a su conclusión irónica:
Dentro del pentecostalismo naciente la controversia fue precipitada por William H. Durham, quien propuso una visión rival de la santificación a la visión wesleyana modificada, sostenida prácticamente por todos los pentecostales. La disputa provocada por la doctrina de La Obra Terminada se convirtió rápidamente en los motivos por los que los pentecostales se separaron y formaron nuevas alianzas. Sin embargo, muy temprano en el proceso de formación, Durham murió, y su doctrina de la Obra Terminada se le dejó a sus sucesores quienes o malentendieron fundamentalmente la enseñanza, o intencionalmente la alteraron bajo las condiciones imperante a la altura de la estridente controversia. Al final resultó que, la versión original perfeccionista de la enseñanza de la Obra Terminada en esencia se fue a la tumba con Durham.55 [El énfasis es mío.]
Sin embargo, la tergiversación de la doctrina de Durham ocurrió, la verdad de la entera santificación — que es la erradicación, la libertad del pecado inherente — era a partir de ese tiempo perdido para la mayoría de los pentecostales, aquellos que habían venido de los trasfondos que no eran de la santidad. La misión de Durham (ejecutada con calor y fervor y una aparente falta de amor fraternal y tacto) fue volver a enfocar la verdad de la entera santificación sobre su base bíblica — la obra terminada de Cristo, no un período de tiempo hecho por el hombre. Sus seguidores, sin entender el verdadero objetivo, eliminaron el corazón — de hecho, uno podría decir justamente el corazón puro — del sustento de la santidad del movimiento pentecostal.
Como resultado, La Preciada Doctrina, la sierva, la enseñanza que fue usada por Dios para preparar a decenas de miles de corazones para el gran derramamiento de la calle Azusa — esa doctrina de la entera santificación — fue expulsada y ya no está. No es de extrañar, entonces, que la mayoría de los pentecostales y carismáticos nunca la hayan encontrado. Sin ella, hay un elemento vital en la base espiritual de la Calle Azusa que está perdido.
Jesús dijo: “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” (Mateo 5:8). El autor de la Epístola a los Hebreos, hizo eco de las palabras de Jesús, escribiendo de “santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14). Los niños del Movimiento de Santidad de finales de 1800, quienes creyeron a Dios con corazones puros, libres de pecado, vieron a Dios moverse de una nueva manera en la Calle Azusa. El Espíritu Santo manifestó Su poder Pentecostal del Tiempo Final en los corazones que Él mismo había limpiado del pecado inherente. Si Dios quisiera otorgar a nuestra generación, otro movimiento tan poderoso como el de la Calle Azusa, ¿estarían nuestros corazones preparados y puros como aquellos de William Seymour y sus compañeros de ministerio? O ¿El regalo de Dios de la entera santificación sufriría el exilio permanente como la Bendición Rechazada?
Epílogo:
Una Palabra a Mis Hermanos
Pentecostales y Carismáticos
(¡Los Fisgones Bienvenidos!)
Dejaré que reflexionen una escritura con la que ustedes probablemente están familiarizados, pero tal vez lo verán desde una perspectiva diferente. Usted han de saber del gran Concilio de Jerusalén en Hechos 15, en el cual la Iglesia convocó para aprender de la obra de Dios entre los gentiles, y para determinar cómo aquellos mismos gentiles deberían encajar en la economía de Dios. Lucas pinta un cuadro realista del consejo empezando con “mucha discusion” (v. 7).
En un momento determinado, Pedro se pone de pie para compartir, y el Espíritu Santo tiene en Lucas el registro de lo que exactamente compartió (vv. 7-11), porque él estaba hablando bajo la inspiración del Espíritu. Recuerde, ahora, que este es el mismo Pedro que estaba allí en el Día de Pentecostés (Hechos 2) y que hizo la predicación pública bajo la revelación del Espíritu Santo. Este es el mismo Pedro usado por Dios para derribar las barreras a los gentiles, cuando se le ordenó por el Espíritu Santo para hablar en la casa de un oficial del ejército romano de ocupación, un hombre que todos conocemos como el Centurión Cornelio (Hechos 10). Dios hizo cosas extraordinarias en esos dos grandes días en la historia de la Iglesia — la gente fue salva, bautizada en el Espíritu Santo, y hablaron en lenguas.
En este Concilio de Jerusalén Pedro nos remonta a esas dos experiencias de “ya hace algún tiempo”, señalando que la experiencia de los gentiles era tan divina en cada porción como aquel grupo Pentecostés original. Incluso se toma como referencia el paralelo más notable que puede probar su punto, y si usted es una persona de “lenguas como evidencia inicial” esto puede sorprenderlo. Escuche al gran Apóstol:
“Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo, lo mismo que a nosotros; y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, [llene el espacio en blanco].”
He dejado el resto del versículo 9 en blanco. ¿Puede llenarlo de su memoria?
- ¿Dijo Pedro: “Dios… no hizo ninguna diferencia entre nosotros y ellos — todos ellos fueron salvos como nosotros”? Bueno, ellos sí se salvaron, obviamente, o no habría sido un “asunto gentil” — y la mayoría de ustedes no estaría leyendo esto, y yo no estaría escribiendo esto. Pero, no, Pedro tenía algo más en mente.
- ¿Dijo Pedro: “Dios… no hizo ninguna diferencia entre nosotros y ellos — todos hablaron en lenguas tal como lo hicimos nosotros en el día de Pentecostés”? Eso habría sido un muy buen asunto “pentecostal” y ciertamente es verdad que la casa de Cornelio, la familia, amigos y huéspedes de la casa hablaron en lenguas (10:46).56 Pero, de nuevo, no — las palabras de Pedro evitaron lo obvio — y el exterior.
De hecho, evitando el exterior y concentrándose en el interior es como Pedro comienza su discurso de comparación. Vamos a leer el pasaje de nuevo con el espacio en blanco ya lleno:
- Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros; y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones.
- Hechos 15:8-9
Eso era para Pedro la “señal” dada por Dios que demostró al gran predicador de Pentecostés que los gentiles lo habían “conseguido” — sus corazones fueron purificados por la fe. ¡Ellos habían sido santificados! Sí, ellos fueron salvos — ¡gloria a Jesús! En el poder del Espíritu ellos milagrosamente hablaron en lenguas — ¡qué maravilloso! Pero todos aquellos años después del Día de Pentecostés, para reforzar su argumento y presentar su caso tan fuerte como pudo ante el concilio, el testimonio de Pedro fue que Dios le dio a aquellos gentiles, el testimonio del Espíritu de corazones purificados.57 ¡La entera santificación — pureza del corazón — en lugar de lenguas, era el estándar de comparación de Pedro!
A medida que se acerca el centenario de la Calle Azusa y contemplamos el segundo siglo del pentecostalismo, haríamos bien en considerar con seriedad y espíritu de oración la declaración de Pedro inspirada por el Espíritu. ¿Tiene Dios algo maravilloso guardado para nosotros — de corazones limpios, libres del pecado inherente? Nuestros antepasados pentecostales, aquellos de la primera ola fresca del derramamiento del siglo 20, creyeron que Él lo hizo, y ellos sabían que era un elemento clave en el renacimiento que sacude al mundo. Dios derramó su Espíritu Santo en corazones santos. Parece que incluso el hombre que inicialmente sacudió al mundo pentecostal con su oposición a la posición del movimiento inicial sobre la santificación, no se oponía a la enseñanza de la libertad del pecado inherente; solo argumentó el cuándo, no el sí, de la pureza del corazón. Al mirar hacia atrás al derramamiento soberano de Dios en la Calle Azusa, necesitamos tener en cuenta las palabras del profeta Isaías:
y buscan al SEÑOR, ¡escúchenme!
Miren la roca de la que fueron tallados,
la cantera de la que fueron extraídos.”
Isaías 51:1 NVI
Si nos fijamos en aquella “roca” y “cantera” de la Calle Azusa, desde la cual toda la experiencia pentecostal y carismática moderna ha sido “tallada”, vamos a redescubrir nuestra herencia perdida y volveremos a abrazar la bendición rechazada, la llave de la limpieza del corazón que abre la puerta al “poder del Espíritu Santo de los viejos tiempos” — La Entera Santificación.58
Bibliografía
(Anotada Parcialmente)
Barrett, David J. and Todd M. Johnson. World Christian Trends AD 30 – AD 2200: Interpreting the Annual Christian Megacensus. [Tendencias Cristianas Mundiales 30 DC – 2200 DC: Interpretando Megacensus Cristiano Anual] Pasadena, CA: William J. Carey Library, 2001.
Bartleman, Frank. Another Wave Rolls In [Una Nueva Ola se Desencadena] (formerly, What Really Happened at Azusa Street [(formalmente, Lo que Realmente Pasó en la Calle Azusa)], edited by John Walker, revised and enlarged edition [editado por John Walker, edición revisada y aumentada]; Monroeville, PA: Whitaker Books, 1962.
________. Witness to Pentecost: The Life of Frank Bartleman [Testigo de Pentecostés: La Vida de Frank Bartleman]. New York: Garland Publishing, 1985. Realmente esta edición re-imprimida incluye cuatro títulos de Bartleman: De Arado a Púlpito: De Maine a California [From Plow to Pulpit, From Maine to California]; Cómo Pentecostés Vino a Los Ángeles [How Pentecost Came to Los Angeles]; Alrededor del Mundo por Fe: Seis Semanas en la Tierra Santa [Around the World by Faith: Six Weeks in the Holy Land]; y Dos Años de Trabajo Misionero en Europa justo antes de la Guerra Mundial, 1912-1914 [Two Years Mission Work in Europe Just before the World War, 1912-1914].
Burgess, Stanley M., ed. and Eduard M. Van Der Moss, assoc. ed. The New International Dictionary of Pentecostal and Charismatic Movements [Nuevo Diccionario Internacional de los Movimientos Pentecostales y Carismáticos]. Grand Rapids, MI: Zondervan, 2002.
Blumhofer, Edith Waldvogel. The Assemblies of God: A Popular History [Las Asambleas de Dios: Una Historia Popular]. Springfield, MO: Radiant Books (Gospel Publishing House), 1985.
________ and Grant Wacker. “Who Edited the Azusa Mission’s Apostolic Faith?” in Assemblies of God Heritage [“¿Quién Editó la Fe Apostólica de la Misión de Azusa?” en Patrimonio de las Asambleas de Dios], Vol. 21, No. 2, Summer [Verano] 2001. (No, el nombre del misterioso editor no está aquí. Siga leyendo…)
Durham, William H. Articles Written by Pastor W. H. Durham Taken from Pentecostal Testimony. [Artículos Escritos por Pastor W. H. Durham Tomados de Testimonio Pentecostal], n.p., n.d. [no hay lugar, no hay fecha]
________. The Pentecostal Testimony. [El Testimonio Pentecostal] Varias ediciones, incluye (creo yo) todas las ediciones existentes completas: Vol. 1, Nos. 5 (Julio 1, 1910) y 8 (¿1911?); Vol. 2, Nos. 1 (January ¿1912?), 2 (¿Mayo? 1912), y 3 (¿Julio/Agosto? 1912 — esta es la edición memorial).
Farkas, Thomas George. William H. Durham and the Sanctification Controversy in Early American Pentecostalism, 1906-1916. [William H. Durham y la Controversia sobre Santificación en los Principios del Pentecostalismo Americano, 1906-1916] Disertación Doctoral, Seminario Bautista del Sur, 1993.
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Gohr, Glenn. “The Finished Work” in Pentecostal Evangel [“El trabajo terminado,” en Evangelio Pentecostal] Mayo 31, 1998 (No. 4386), págs. 10-11.
Harper, Michael. As at the Beginning: The Twentieth Century Pentecostal Revival [Como en el principio: Avivamiento pentecostal del siglo veinte]. [Plainfield, N[ew]J[ersey]: Logos International, 1965.
Martin, Larry. In the Beginning: Readings on the Origins of the Twentieth Century Pentecostal Revival and the Birth of the Pentecostal Church of God. [En el principio: Lecturas en los orígenes del avivamiento pentecostal del siglo veinte y el nacimiento de la Iglesia de Dios Pentecostal] Duncan, OK: Christian Life Books, 1994.
________. The Life and Ministry of William J. Seymour and a History of the Azusa Street Revival. [Vida y ministerio de William J Seymour e Historia del avivamiento en la calle Azusa] Volumen 1 en la serie de The Complete Azusa Street Library [La biblioteca completa de la Calle Azusa]; Joplin, MO: Christian Life Books, 1999. El tratamiento que el autor da a Durham en este libro, es más rasposo que su capítulo en En el principio. La indexación de Martin es muy útil, pero, ojalá, ¡que este libro tuviera una bibliografía!
Menzies, William W. “The Non-Wesleyan Origins of the Pentecostal Movement,” [Los orígenes no-wesleyanos del movimiento pentecostal] págs. 81-98 en Aspects of Pentecostal-Charismatic Origins [Los aspectos de los orígenes del pentecostalismo-carismático], Vinson Synan, ed.; Plainfield, NJ: Logos International, 1975.
Parham, Charles F. The Everlasting Gospel [El evangelio sempiterno]. (publicador y año desconocidos), pág. 119. Esta reimpresión une dos libros previos: The Sermons of Charles F. Parham [Los sermones de Charles F. Parham] (New York: Garland Publishing, 1985) y A Voice Crying in the Wilderness [Una voz clamando en el desierto]. Cada uno de estos dos libros retiene la paginación original.
Parham, Sarah E. The Life of Charles E. Parham, Founder of the Apostolic Faith Movement [La vida de Charles E. Parham, fundador del movimiento de fe apostólico]. New York: Garland Publishing, Inc., 1985. Esta es una reimpresión del original, que apareció en 1930. Podría ser una herramienta muy útil si tuviera una indexación.
Pearlman, Myer. Knowing the Doctrines of the Bible [Conociendo las doctrinas de la Biblia]. Springfield, MO: Gospel Publishing House, 1937.
Seymour, William J. The Azusa Street Papers: A Reprint of The Apostolic Faith Mission Publications [Las publicaciones de la calle Azusa: Una reimpresión de las publicaciones de la misión de fe apostólica], Los Angeles, California (1906-1908). Foley, AL: Together in the Harvest Publications, 1997. (Es probable que Clara Lum deba ser listada como la real editora de la publicación de La Fe Apostólica [The Apostolic Faith] de la calle Azusa, pero cuestión de simplicidad, acreditamos Seymour; ella lo merece por fugarse con la única lista de suscriptores.)
________. The Doctrines and Disciplines of the Azusa Street Apostolic Faith Mission of Los Angeles, California [Las doctrinas y disciplinas de la misión de fe apostólica de la calle Azusa de Los Ángeles]. Larry Martin, ed. Este es el volumen 7 en la serie de Martin, The Complete Azusa Street Library [La biblioteca completa de la Calle Azusa]. Joplin, MO: Christian Life Books, 2000.
Synan, Vinson, ed. Aspects of Pentecostal-Charismatic Origins [Los aspectos de los orígenes del pentecostalismo-carismático]. Plainfield, NJ: Logos International, 1975.
________. In the Latter Days: The Outpouring of the Holy Spirit in the Twentieth Century [En los últimos días: El derramamiento del Espíritu Santo en el siglo veinte]. Fairfax, VA: Xulon Press, 2001.
________. The Century of the Holy Spirit: 100 Years of Pentecostal and Charismatic Renewal, 1901-2001 [El siglo del Espíritu Santo: 100 años de renovamiento pentecosta y carismático]. Nashville, TN: Thomas Nelson Publishers, 2001.
________. The Holiness-Pentecostal Tradition: Charismatic Movements in the Twentieth Century. [La tradición de santidad pentecostal: Movimientos carismáticos en el siglo veinte]. Grand Rapids, MI: William B. Eerdmans Publishing Company, 1997.
Wacker, Grant. Heaven Below: Early Pentecostals and American Culture [El cielo aquí: pentecostales tempranos y cultura americana]. Cambridge, MA: Harvard University Press, 2001.
Wesley, John. Sermon 89: “The More Excellent Way,” in The Works of John Wesley: Sermons. [“Un camino aún más excelente,” en Las Obras de John Wesley: Sermones.] Electronic edition; Albany, OR: Ages Software, 2000.
Notas finales:
- David J. Barrett y Todd M. Johnson, editores, World Christian Trends AD 30 – AD 2200: Interpreting the Annual Christian Megacensus |Tendencias del Mundo Cristiano DC 30 – DC 2200: Interpretar el Megacensus Cristiano Anual| (Pasadena, CA: William J. Carey Library, 2001), págs. 834. 523,767,000 es el número dado para “mitad-2000”. Basado en un índice de crecimiento de 1.87% anual, los números que Barrett y Johnson proyectan para el grupo que ellos llaman “Pentecostales / Carismáticos / Neo-carismáticos” para alcanzar 543,518,000 a mediados del 2002 y, si el Señor demora, 811,522,000 para el año 2025. ↩
- “Jim Crow” era un término peyorativo y degradante estereotipo usado para denominar a los negros del sur (recientemente liberados de la esclavitud) después de la Guerra Civil de EEUU (1861-1865). La legislación de Jim Crow eran códigos legales, ordenanzas, y leyes discriminatorios creados por los blancos sureños, para privar de derechos civiles, segregar y marginalizar a los negros en todos los estados del sur de EEUU. Solamente cuando se pasó la legislación federal de los Derechos Civiles, comenzando en los años 1960 — cien años después de la Guerra Civil — señaló el final de las vergonzosas leyes de Jim Crow. ↩
- El escritor Michael Harper calcula que desde los días de la Escuela Bíblica de Topeka (Kansas) hasta el estallido de la Calle Azusa “hubo solamente casi mil personas que han recibido la bendición en todos los Estados de la Unión.” Ver As at the Beginning |Como en el Principio: El Avivamiento Pentecostal del Siglo Vigésimo | (Plainfield, NJ: Logos International, 1965), pág. 19. Comparando esto con las actuales estadísticas de Barrett, significa que el movimiento experimentó un crecimiento fenomenal de más del ¡50 000 000% en noventa años! ↩
- William Durham escribe, “Obispo Horner, en su libro ‘La Raíz’, hace el asombroso anuncio que una persona convertida tiene suficiente pecado en sí misma para condenar una nación”. The Pentecostal Testimony | El Testimonio Pentcostal, Vol. 2, No. 2 (May? |¿mayo?| 1912), pág. 3. ↩
- John Wesley, en el sermón titulado “Un Camino Aún Más Excelente”, dice:
A partir de larga experiencia y observación estoy inclinado a pensar que cualquiera que encuentra redención en la sangre de Cristo, cualquiera que es justificado, tiene entonces la opción de caminar en el sendero superior o en el inferior. Creo que el Espíritu Santo, en ese momento, le presenta el “camino aún más excelente”, y lo incita a andar en él; elegir el camino más angosto en el camino angosto; aspirar a las alturas y profundidades de la santidad, a la entera imagen de Dios. Pero si no acepta esta oferta, inconscientemente declina al orden inferior de los cristianos. Todavía continúa en lo que puede llamarse un buen camino, sirviendo a Dios en su grado, y encuentra misericordia al final de la vida, a través de la sangre del pacto… Yo estaría lejos de apagar el pábilo que humea — al desalentar a los que sirven a Dios en grado bajo. Pero no podría desearles que se detuvieran aquí: les animaría a subir aún más arriba. Sin atronar en sus oídos acerca del infierno y la condenación, sin condenar el camino en el que estaban, diciéndoles que es el camino que lleva a la destrucción, me esforzaré por señalarles lo que es, en todos los aspectos, “un camino aún más excelente”.
De The Works of John Wesley: Sermons | Las Obras de Juan Wesley: Sermones, edición electrónica Albany, OR: Ages Software, 2000. ↩
- William J. Seymour, Editor, The Azusa Street Papers, A Reprint of The Apostolic Faith Mission Publications, Los Angeles, California (1906-1908); | Los Documentos de la Calle Azusa, Una Reimpresión de las Publicaciones de la Misión de la Fe Apostólica, Los Angeles, California (1906-1908) | (Foley, AL{abama}: Together in the Harvest Publications, n.d. |sin fecha|). ↩
- The Apostolic Faith | La Fe Apostólica |, emisión de septiembre de 1906, pág. 2, col. 1 (tal como se reproduce en The Azusa Street Papers | Los Documentos de la Calle Azusa |, pág. 11, col. uno). El énfasis es mío. ↩
- Note que los artículos firmados eran raros en The Apostolic Faith | La Fe Apostólica |, ni tampoco fue nunca dado el nombre de un editor. La idea era la de traer la menor gloria y atención a personalidades como era posible. ↩
- Hebreos 13:12 ↩
- Hebreos 2:3 ↩
- The Apostolic Faith | La Fe Apostólica |, septiembre 1906, pág. 2, col. 2; The Azusa Street Papers | Los Documentos de la Calle Azusa |, pág. 11, col. 2. ↩
- The Apostolic Faith | La Fe Apostólica |, febrero-marzo 1907, pág. 4, col. 2; The Azusa Street Papers | Los Documentos de la Calle Azusa |, pág. 33, col. 2. ↩
- The Apostolic Faith | La Fe Apostólica |, enero 1908, pág. 1, col. 2.; The Azusa Street Papers | Los Documentos de la Calle Azusa |, pág. 58, col. 2. Durham está empleando, por supuesto, las palabras finales de 1 Corintios 2:2. ↩
- Esto parece estar en conflicto con la fecha ya dada (2 de marzo), pero Durham llegó a la calle Azusa a fines de febrero y tardó casi una semana en llegar a su “Pentecostés”. ↩
- Thomas George Farkas, William H. Durham and the Sanctification Controversy in Early American Pentecostalism, 1906-1916 | William H. Durham y la controversia de la santificación en el pentecostalismo estadounidense temprano |; (disertación doctoral: The Southern Baptist Theological Seminary, 1993), pág. 134. ↩
- Esta fascinante historia está fuera de los límites de este tratado, pero Edith L. Blumhofer y Grant Wacker le dan un tratamiento legible y ameno en “Who Edited the Azusa Mission’s Apostolic Faith?” | “¿Quién editó la Fe Apostólica de la misión Azusa?” |. Este artículo apareció en las páginas 15-21 de Assemblies of God Heritage | Patrimonio de las Asambleas de Dios |, vol. 21, No. 2, verano de 2001. ¿Quién es la hermana culpable? He escondido la respuesta en algún lugar de la bibliografía. (¿De qué otra manera voy a persuadirlo para que lea la lista de libros al final?) ↩
- William Durham en el artículo “The Great Battle of Nineteen Eleven” | “La Gran Batalla de Mil Novecientos Once” en su publicación Pentecostal Testimony | El Testimonio Pentecostal |, vol. 2, número 6 (enero de 1912); citado en Farkas, William H. Durham, pág. 144. ↩
- Pentecostal Testimony | El Testimonio Pentecostal | fue la publicación del ministerio de Durham, ya que The Apostolic Faith | La Fe Apostólica se asoció con el ministerio de la calle Azusa. (Estoy muy agradecido con los fieles servidores-archivistas del Flower Pentecostal Heritage Center por proveerme las fotocopias de las copias existentes del Pentecostal Testimony | El Testimonio Pentecostal y otras publicaciones de Durham). Por cierto, solo para mantenerlos alerta, la publicación del completamente separado ministerio de Parham también fue llamado The Apostolic Faith | La Fe Apostólica. ↩
- Durham en “The Finished Work of Calvary — It Makes Plain the Great Work of Redemption” |“La obra consumada del Calvario: hace clara la gran obra de redención” | Pentecostal Testimony | El Testimonio Pentecostal, vol. 2, no. 2 (¿mayo de 1912?). Nota: el título original de la publicación aparece TODO en mayúsculas como eso: PENTECOSTAL TESTIMONY (TESTIMONIO PENTECOSTAL). ↩
- Blumhofer, The Assemblies of God: A Popular History | Las Asambleas de Dios: Una Historia Popular. (Springfield, MO: Radiant Books {Gospel Publishing House}). ↩
- William W. Menzies, “The Non-Wesleyan Origins of the Pentecostal Movement” | “Los Orígenes no Wesleyanos del Movimiento Pentecostal”, págs. 81-98 en Aspects of Pentecostal-Charismatic Origins | Aspectos del Origen Pentecostal Carismático, Vinson Synan, editor; (Plainfield, NJ: Logos International, 1975), pág. 92. ↩
- Larry Martin, The Life and Ministry of William J. Seymour and a History of the Azusa Street Revival | La Vida y el Ministerio de William J. Seymour y una Historia del Avivamiento de la Calle Azusa; (Joplin, MO: Christian Life Books), págs. 287-288. Este libro es el primero de una serie de varios volúmenes llamada The Complete Azusa Street Library | La Biblioteca Completa de la Calle Azusa. Hay un Volumen 9 prometido en la serie, que se titulará The Life and Works of William H. Durham | La Vida y Obra de William H. Durham. ↩
- En una de esas ironías de la historia de que la verdad es más extraña que la ficción, los aficionados a la historia pentecostal recordarán que después de la primera reunión de Seymour en Los Ángeles, la iglesia que lo invitó a hablar rechazó su enseñanza sobre el bautismo en el Espíritu Santo y hablar en lenguas, ¡y le cerraron la puerta con candado! Tal vez fue un caso de “volver al punto de partida”. ↩
- *** ↩
- Martin, Life and Ministry of William J. Seymour | Vida y Ministerio de William J. Seymour, pág. 288 ↩
- Durham, “The Great Revival” | “El Gran Avivamiento”, pág.4. ↩
- Parham, el siempre opositor de Durham y del “Durhamismo”, dio un fuerte y poco caritativo golpe (y, se supone y se espera, falso) a su difunto némesis en la edición de diciembre de 1912 de su periódico La Fe Apostólica (el propio periódico de Parham, que no debe confundirse con la publicación del mismo nombre de Azusa Street). En un artículo titulado “Amor libre”, dice: “El hombre que últimamente provocó tantos estragos entre el pueblo apostólico {es decir, pentecostal} al negar una obra definida de gracia en la santificación, fomentó o ignoró el hecho de que el amor libre había impregnado tanto su trabajo en Chicago, que algunos de sus principales trabajadores fueron enviados a cierto Hogar en una condición delicada. Esto obligó al líder a establecer su cuartel general en Los Ángeles por un tiempo…” Véase la página 5 de ese número.
¿Podría esto haber sido cierto? Mi veredicto debe ser “no”, ya que solo tengo la acusación de Parham y ninguna corroboración (1 Timoteo 5:19). Es cierto que Parham tenía muchos contactos en el área de Chicago debido a sus viajes ministeriales relacionados con la ciudad de Sión de Dowie. Por otro lado, un enemigo de la santificación (como Parham vio a Durham) era fácil de sospechar de cualquier tipo de impiedad. Y la distorsión obvia (y el sesgo racial puro) asalta al lector de hoy en día en la página anterior de este mismo artículo donde Parham arremete contra la “¡Horrible, terrible vergüenza!” del ministerio de raza mixta y género mixto en la Calle Azusa (Azusa Street), otra “evidencia” en su mente de que el “amor libre” también prevalecía en el trabajo de Seymour.
- Durham, “The Great Revival” | “El Gran Avivamiento”, pág.4. ↩
- The Apostolic Faith| La Fe Apostólica |, febrero-marzo de 1907, pág.4, col. 3; The Azusa Street Papers | Los Periódicos de la Calle Azusa, pág. 33, col. 3. ↩
- Es decir, Pentecostal Testimony | El Testimonio Pentecostal, del cual hemos estado citando. ↩
- Frank Bartleman, Another Wave Rolls In | Otra Ola Llega (anteriormente llamada, What Really Happened at Azusa Street | Lo que Realmente Sucedió en la Calle Azusa), editado por John Walker, edición revisada y ampliada; (Monroeville, PA: Whitaker Books, 1962), págs. 109-110. ↩
- Edith Waldvogel Blumhofer; The Assemblies of God: A Popular History | Las Asambleas de Dios: Una Historia Popular; (Springfield, MO: Radiant Books/Gospel Publishing House, 1985), pág. 43.
Este tipo de enfrentamiento de profeta contra profeta no está completamente libre de precedente en las Escrituras. De hecho, me vienen a la mente dos pasajes de las escrituras del Antiguo Testamento. El más conocido de los dos es Elías en el Monte Carmelo (1 Reyes 18:17-40) cuando el tisbita desafió: “¿Hasta cuándo vacilaréis entre dos opiniones? …el Dios que responda por el fuego, ese es Dios.” (vv. 21,24). Al final del día, 450 falsos profetas habían encontrado su destino. Luego está la historia en Jeremías 28 sobre la oposición que hizo el falso profeta Hananías contra la palabra de Dios de Jeremías. Dios habló a través de Jeremías, diciéndole que mataría a Hananías “este año” (v.16), y Hananías murió ese mismo año (v.17). Por aleccionador e impopular que sea el pensamiento, Dios no se opone a quitarle la vida a quien se le opone (incluso en el Nuevo Testamento, como lo atestigua la triste historia de los pronunciamientos proféticos de Pedro contra Ananías y Safira en Hechos 5:1-11).
- Charles F. Parham, The Apostolic Faith | La Fe Apostólica (Baxter Springs, Kansas), vol. 1, No. 4, junio de 1912, págs. 8-9. Ya sea por demanda popular o (uno está tentado a pensar que esto es más probable) como un “¡Mira, te lo dije!” Parham reimprimió este artículo en su totalidad en el vol. 2, No. 7 (septiembre de 1913) en las págs. 9-10. ↩
- James R. Goff, Jr.; Fields White unto Harvest: Charles F. Parham and the Missionary Origins of Pentecostalism | Campos Blancos para la Cosecha: Charles F. Parham y los Orígenes Misioneros del Pentecostalismo; (Fayetteville, AR: The University of Arkansas Press, 1988), pág. 152. Otro de los biógrafos de Parham, su esposa Sarah E. Parham, no menciona esto. Sin embargo, al detallar los itinerarios de Parham, es interesante notar que lo ubica en Perris, CA (no lejos de Los Ángeles) desde principios de diciembre de 1911 hasta el 31 de enero de 1912 (momento en el que comenzó a predicar en una serie de reuniones en Los Ángeles propiamente dicho). Esto significa que Parham tuvo amplia oportunidad de escuchar relatos de primera mano de la franja que Durham había abierto a través de la comunidad pentecostal en el sur de California en la primavera y el verano anteriores. Esto puede explicar el marco de tiempo de enero de 1912 de la extraordinaria oración de Parham. Cf. Sarah E. Parham, The Life of Charles F. Parham, Founder of the Apostolic Faith Movement | La Vida de Charles F. Parham, Fundador del Movimiento Apostólico de Fe (New York: Garland Publishing, Inc., 1985), págs. 237-239. ↩
- Charles Parham, The Everlasting Gospel | El Evangelio Eterno (n.p., n.d), pág. 119. Como encuadernamiento, en realidad está subsumido en el título de una reimpresión, The Sermons of Charles F. Parham | Los Sermones de Charles F. Parham (New York: Garland Publishing, 1985), que también presenta otro de sus libros, A Voice Crying in the Wilderness |Una Voz Clamando en el Desierto. Cada uno de los dos libros conserva su paginación original. ↩
- Para ser completamente justos con Durham, esta situación le permite a su campo los mismos derechos al argumento “el Dios que responda por el fuego, ese es Dios”. ↩
- Menzies, “Non-Wesleyan Origins” | “Orígenes No Wesleyanos”, págs. 90-91. ↩
- William Durham, Articles Written by Pastor W. H. Durham Taken from Pentecostal Testimony” | “Artículos Escritos por el Pastor W. H. Durham Tomados de El Testimonio Pentecostal”, (n.p., n.d.), p. 18. Este libro en particular parece haber sido publicado póstumamente. La retórica se ha atenuado en un grado notable. ↩
- Durham, Articles | Artículos, pág. 19. ↩
- Menzies, “Non-Wesleyan Origins” | “Orígenes No Wesleyanos”, pág. 91. ↩
- Myer Pearlman, Knowing the Doctrines of the Bible | Conociendo Las Doctrinas de la Biblia (Springfield, MO: Gospel Publishing House, 1937), pág. 257. ↩
- Farkas, William H. Durham, pág. 186. ↩
- Farkas, William H. Durham, págs. 237-238. ↩
- William H. Durham, “The Finished Work of Calvary” | “La Obra Consumada del Calvario” en The Pentecostal Testimony | El Testimonio Pentecostal, Vol. 2, No. 1 (enero?) 1912 ↩
- Durham, Articles | Artículos, pág. 4. ↩
- Durham, Articles | Artículos, pág. 27. ↩
- Durham, Articles | Artículos, pág. 28. ↩
- Recuerde, lo más probable es que Durham haya estado usando la versión King James, que traduce el pasaje, “para que el cuerpo del pecado sea destruido”. ↩
- Durham, Articles | Artículos, pág. 17.
Como señala Farkas, la posición de John Wesley también fue “destruida”. En una carta a su amigo Joseph Benson, Wesley afirma: “Uso la palabra ‘destruido’, porque San Pablo lo hace: no puedo encontrarlo en mi Biblia “Suspendido”. (Esto se cita de la Carta 455 de Letters from the Reverend John Wesley to Various Persons; a part of The Works of John Wesley: Addresses, Essays, and Letters | Cartas del reverendo John Wesley a varias personas; una parte de Las Obras de John Wesley: Discursos, Ensayos y Cartas, edición electrónica (Albany, Oregon: Ages Software, 2000).
- Durham, Articles | Artículos, pág. 30. ↩
- Durham, Articles | Artículos, pág. 43. ↩
- Durham, Articles | Artículos, págs. 15-16. ↩
- Uno piensa en Frank Ewart, el sucesor designado por Durham en Los Ángeles. Ewart, que procedía de un trasfondo fuertemente bautista, asestó otro golpe decisivo al ya fracturado Movimiento Pentecostal al defender el Movimiento Unitario/Solo Jesús. Este nuevo cisma se produjo apenas un año después de la muerte de Durham. También se piensa en Eudorus Bell, otro asociado de Durham, que había sido pastor bautista en Texas. Bell fue el primer presidente de las Asambleas de Dios, una denominación pentecostal que se fundó apenas dos años después de la muerte de Durham. ↩
- Farkas, William H. Durham, pág. 264. ↩
- Farkas, William H. Durham, págs. 309-310. ↩
- Solo para dejar las cosas claras, por la gracia de Dios, yo también he recibido y disfruto el don de hablar en lenguas, junto con el don de interpretación de lenguas. No lo digo como un alarde, ya que no es obra mía. Pero no quería que mis hermanos pentecostales tuvieran la idea de que estoy menospreciando ese maravilloso don edificante y bíblico. ↩
- Y notemos, de paso, que esto también corresponde a lo que Dios le dijo a Pedro en su visión en la azotea: “Lo que Dios limpió, no lo llames tú común” (Hechos 10:15). Por supuesto, en el momento de la visión, Pedro pensó que Dios estaba hablando de alimentos no kosher (comestible según la ley judía) y animales inmundos, pero, en retrospectiva, ¡Pedro llegó a comprender que Dios estaba hablando de corazones limpios! ↩
- ¿Tres pasos, dos pasos o un paso? Antes de Durham, el Movimiento Pentecostal enseñó un proceso de tres pasos desde la salvación a través de la santificación hasta el Bautismo en el Espíritu Santo. Durham, al insistir en que la justificación y la santificación eran parte del mismo evento instantáneo, redujo el proceso a dos pasos. Una ironía parece surgir cuando estudiamos los informes del evento en la casa de Cornelio como se informa en Hechos 10, 11 y 15: ¡solo hubo un paso! Cornelio y compañía, los primeros gentiles introducidos en el Reino de Dios, recibieron la salvación, la santificación y el Espíritu Santo sin que intervinieran diferentes pasos para ello. Incluso la teología más razonada (¡o más argumentada!) puede parecer tonta al lado de la sabiduría de Dios. ↩